A Circular Time Room XXI, XXIII, XXII. The ORANGE Series, 2013.

EL ESPEJO CIRCULAR DE LA SIMETRÍA
THE CIRCULAR MIRROR OF SYMMETRY

Texto presentado al IV Campus Ultzama Internacional, 2013.
www.arquitecturaysociedad.org



























Tanto mejor será la simetría cuanto más difícil resulte distinguir el eje. (1)

Según el matemático alemán Hermann Weyl, existen cuatro tipos de simetría: bilateral, de traslación, de rotación y simetría afín(2). En términos matemáticos, la simetría es -en todos los casos- una transformación, una aplicación del espacio sobre el espacio donde a cada punto P le corresponde un transformado P' mediante una función S. En términos de información, una simetría es una forma de compresión de datos ya que, como cualquier función, es capaz de 'mapear' un conjunto de ellos mediante una aplicación que es mas compacta que el sumatorio de esos datos. Si para comprimir información es necesario comprender la relación que existe entre los datos, la simetría es una forma de compresión/comprensión de la realidad. En el terreno creativo, este capacidad de la simetría nos interesa especialmente como modelo conceptual y como superación del objeto como mero hecho formal. 

Si bien el álgebra elemental explica formalmente la simetría en sus distintas formulaciones geométricas, este análisis resulta innecesario desde el punto de vista de la percepción o la presencia; la simetría es sentida mucho antes de ser analizada. Incluso en casos mas complejos en los que las leyes de una configuración simétrica son menos evidentes, ésta es intuida mucho antes que observada de forma racional. Es precisamente esta condición corpórea de la simetría la que interesa en arquitectura. 

Mas allá de lo especular, de la dualidad de la simetría bilateral, existen mecanismos que relacionan objetos distantes, que conectan cosas diversas mediante una razón o argumento que polariza un terreno acotado. El proyecto de arquitectura difícilmente puede pretender abarcar la totalidad de una realidad. Sin embargo, la aplicación de estrategias de analogía entre cosas inconexas pero enlazadas en reciprocidad tensan esa realidad potenciando precisamente los elementos en juego: “en la duplicación, en la alusión mutua o, lo que es lo mismo, en el cierre referencial entre la cosa y su doble se acentúa la singularidad de la presencia del objeto”(3). Cuando los hilos dispuestos entre la cosa y su doble conectan elementos remotos, el proyecto se eleva del plano puramente físico y trasciende su propia realidad. En el mejor de los casos, el observador se apropia de lo circundante, lo domestica, lo hace suyo. Por muy oscura y oculta que esté la máquina(4), el artefacto que transforma entidades de un mundo en objetos de otro, esta razón existe; está latente. El lugar de esa interiorización, el plano fenomenal de inflexión entre ambas realidades, es el eje de simetría, un lugar común que las vincula. En él, mediante un reflejo impuro, se produce la comprensión del sistema y, en lugar de observar el mundo desde el exterior, se entra a formar parte de él. Es el lugar de la expectativa cumplida, de la belleza: en el circuito ha entrado la vida. 

La discontinuidad que existe entre realidades mellizas, vinculadas a distancia, no sólo supone una transformación sino que libera un espacio entre ellas. En estas coordenadas donde el objeto de réplica, de simetría, pierde importancia a favor de su razón de equivalencia, se pone en valor el campo que las une y las separa. Interesa a la arquitectura no sólo la pérdida de protagonismo del objeto per se, sino también ese territorio que, al ser atravesado por los vectores que van y vienen entre objetos reflejados, entra a formar parte del proyecto aunque éste no actúe materialmente sobre él. Así, no sólo se enriquece un territorio intermedio activado desde la periferia, sino que -además- quedan renovados estos vínculos a su paso por un territorio impropio, colectivo. 

El despliegue de entidades separadas pero en continua alusión supone además para el observador la ilusión del movimiento por virtud de un recorrido mental que éste realiza, camino de su aprehensión, de uno a otro lugar. Se logra así introducir otra dimensión en el proyecto: la del tiempo. Si la imagen mas sintética de la simetría en movimiento es la de la hélice, una torsión mas compleja, variable, es la de la espiral. En la espiral, el tiempo que trascurre entre una y otra iteración del camino circular cambia; la transformación está sujeta a un movimiento mas comprometido que el de la simple repetición. Al giro se le añade una traslación que aumenta o disminuye, como si el tiempo se acelerara o se ralentizara, tal y como es percibido en la propia realidad. Un tiempo circular pero con dirección, un tiempo biológico como el que ambicionan incorporar los proyectores mejores. Y en ellos, como en cualquier simetría, lo hermoso es lograr que su eje de giro -en torno al cual vuelven los acontecimientos- permanezca libre, desocupado, un lugar por donde transitan/transitarán las historias de sus habitantes, principio y fin de todo lo que hacemos. 

1. Heinrich Tessenow, Osservazioni elementari sul construire, Franco Angeli, 2ª ed., Milán, 1976, pág. 105.
2. Hermann Weyl, Symmetry, Princeton University Press, 1952.
3. Juan Navarro Baldeweg, La Habitación Vacante, Editorial Pre-textos, Gerona, 1999, pág. 21.
4. Rosalind E. Krauss, Passages in Modern Sculpture, The IMT press, Cambridge, MA, 1977.